por Apache Pirata
Dedicado a toda la gente lectora y lotófaga, a los drogadictos,
los artistas, los perdedores de siempre.
El término ¨Cómix Undeground ¨ describe un estilo y modo de producir y distribuir los cómics
en los Estados Unidos en la década de 1960, concretamente, en la ola hippie contestataria y
antisistema que tuvo su origen en el mundo beatnik de la década anterior. La norteamérica de
mitad de siglo XX fue el epítome, la cúspide de lo que hoy con nostalgia llamamos “American
Dream”: si uno NO era parte de una minoría, si una persona ostentaba desde su masculinidad
los valores de propiedad privada y patriotismo, amigo lector, lectora, ya la habías hecho en
grande: auto, casa, ahorros, perro, gato, esposa e hijos. La fotografía de la grandeza del
sistema capitalista yacía en cada canción de Elvis Presley y películas de John Wayne.
Recordemos, esa norteamérica puritana, es una sociedad segregada por el racismo, en el que
ciudades y comunidades enteras viven separadas, en la constitución norteamericana no se dice
una sola palabra pero la realidad es: se vive en un apartheid de facto. En el mundo de la
historieta, y dadas las condiciones ideológicas que nutren a la Guerra Fría, ese conflicto bélico
no declarado en el que la potencia soviética y el campeón del mundo libre se pelean palmo a
palmo cada rincón del planeta, haciendo uso de toda su influencia y poder, en este entorno,
dentro de cada sociedad, las cacerías de brujas van con todo, y dentro de cada sistema las
disidencias serán nulificadas de diversas formas. Así, por más que los nostálgicos de la vieja
era defiendan a capa y espada ese entorno, seamos francos, los comics comerciales eran una
porquería, es la época en que títulos como Superman, Batman, La Mujer Maravilla, sudan
estupidez, banalidad, infantilismo, carencia de argumentos, son comics hechos para ese ente
norteamericano, sus hijos, su esposa y su perro, no por nada el famoso Krypto de Superman
(1955) nace en esta era.
Si bien, las semillas de lo que será Marvel ya existen desde 1939 pues ya existía su
antecedente editorial: Timely Comics, desafortunadamente, creativamente, Estados Unidos es
un entorno estéril, ¿por qué? Porque en una sociedad programada como lo es la
norteamericana, la imaginación muere. Para entender a cabalidad la importancia de este
momento en la historia del lenguaje de la historieta, explicaremos lo que fue el Comics Code
Authority . En 1954 el Dr. Frederick Wertham lanzó un libro titulado La Seducción de la
Inocencia, en este escrito, el caballero llegó a la conclusión, con base en sus entrevistas con
jóvenes delincuentes, que, los cómics eran una pésima influencia, y que estos promovián la
delincuencia y la falta de respeto a la autoridad, a la par de este “estudio”, en el congreso
norteamericano, los congresistas llegan a conclusiones menos aventuradas pero sí tienen muy
clara una sola cosa: lo que sea que esté pasando en las historietas debe ser “aprobado” para
así asegurarse de que ninguna idea “exótica” o “extranjera” haga mella en el espíritu de los
chicos y chicas de la nación, es decir: vil y vulgar censura programada desde la ignorancia
ideológica y sus premisas políticas. En esa década de los años 1950, ante el avance sin freno
de una ola de cómics de horror y humor muy grotesco, la sociedad norteamericana más
tradicional y religiosa exigió un mecanismo con el cual fuese posible desbaratar ese estilo de
cómic agresivo, profano, desacralizante, sangriento y monstruoso. Crime Suspense Stories
(1950-1955), The Vault of Horror (1950-1955), Tales from the Crypt (1950-1955) eran los
objetivos claros de esta censura radical. Los hombres-lobo, los vampiros y los zombis
quedaban prohibidos de las portadas, los afro americanos no podían utilizar armas de fuego en
esas historias ni compartir cuadro con mujeres blancas, y la violencia sólo se justificaría en el
caso de que el guión estableciera tintes patrióticos o de ¨moral elevada¨. Las palabras, terror,
horror y crimen quedaban penalizadas del mismo modo y sin posibilidad a negociar su
aparición bajo ningún motivo.
En septiembre de 1954 quedó constituida la CCA (Comics Codes Authority) por sus siglas en
inglés, la institución creada por el magistrado neoyorquino Charles F. Murphy para hacer acatar
las disposiciones ya mencionadas. Curioso, la tierra de la Libertad y la Democracia eligió
mecanismos de censura que nada le envidiaban a la maldita U.R.S.S. A partir de este
momento, cualquier cómic que se publicara en los Estados Unidos, quedaría bajo estricta
revisión y de ser aprobado, obtendría el permiso a publicarse con el sello de las autoridades, el
cual certificaba que el cómic era apto para estar a la venta. A la gran mayoría satisfizo la nueva
norma, pero, a los dañados y locos de siempre, los lectores acostumbrados a temas más
fuertes y explícitos, el código los dejó fuera de combate. Por otorgar a nuestro público un
contexto, autores de ciencia ficción como Phillip K. Dick ya estaban escribiendo desde 1952, el
movimiento cultural hipster y beatnik estaba floreciendo por toda la unión americana, la
sociedad norteamericana enfrentaba a sus demonios y buscaba en la integración racial un
nuevo camino. Los beatniks abrazan a la naturaleza y a las drogas, los hipsters, serán esos
blancos sensibles que no dudarán jamás en encerrarse en clubs de afrodescendientes para
disfrutar de la nueva música y todo su movimiento: el jazz.
Y con todo, estos mecanismos de censura sacaron del mercado casi automáticamente a todas
estas expresiones, obligándolas a existir debajo de la tierra, lejos de las buenas costumbres o
encerrados en ghettos. Volviendo a las historietas, los cómics, la ciudad de Los Ángeles intentó
revertir la ley de algún modo pero su instauración federal le imposibilitó aplicar su propia ley.
Eran años tenebrosos del Macartismo en los que un señalamiento podía acabar con una
carrera en cualquier ramo, es la época en la que el socialismo y cualquier cosa que no fuera en
concordancia con lo que el American Way of Life promovía, era simplemente erradicado.
Ya desde la Gran Depresión (1929) circulaban versiones apócrifas de personajes célebres de
los dominicales o de tiras cómicas establecidas. Estas redundaban en la pornografía cómica e
hilarante, y parte de su encanto era que se rumoraba que eran producidas en Tijuana y
contrabandeadas a los Estados Unidos vía California. De ahí su nombre: Tijuana Bibles. Los
artistas de los 60s que se encontraron con la nueva censura vieron en este antecedente, un
camino a seguir al utilizar el modelo de distribución clandestina y de realización al margen del
sistema. Es de todos sabido que estos ejemplares de cómics producidos por jóvenes se
realizaban bajo el influjo de sustancias psicodélicas y con una temática y estética que
desafiaba al mundo establecido pero no solo eso, era de todos sabido, también, dónde podían
conseguirse, sencillo: en las tiendas de parafernalia para uso de la marihuana y otras
afinidades como inciensos, playeras y demás productos legalmente comerciables que
apuntaban a la juventud como mercado concreto.
Hacemos un paréntesis para comprender la transformación que resultó ser ese periodo en la
historia de la humanidad.. Ojo, ya desde 1939 el científico suizo Albert Hoffman sintetizó la
Dietilamida del Ácido Lisérgico (LSD), esta minúscula molécula aunada a reflexiones
políticas-filosóficas, y del orden de lo artístico-sensible fueron el catalizador para cientos de
miles de personas, la verdad, quizá, millones. Los albores de un nuevo mundo se estaban
cimentando. Ejemplos hay dos, dentro del mercado del entretenimiento: la serie de ciencia
ficción Star Trek le da espacio a una mujer afroamericana a cuadro en televisión nacional, eso
no existía antes de 1966. El otro ejemplo es más icónico, el legendario concierto de Woodstock,
amalgama en el escenario a artistas de todos los colores, ritmos y orígenes.
La experimentación en todo rompe de lleno en la música, el cine, la política, los movimientos
pacifistas, los derechos civiles, el feminismo, el ecologismo, las artes. No queremos decir que
todos usaron esta sustancia, no, pero sí podemos asegurar que 20 años de avances en todas
las áreas y a todos los niveles, sí van de la mano de la necesidad de buscar mejores opciones
en la vida cotidiana que lo que “El Sistema” (epíteto favorito de la ciudadanía al margen del
status quo) ofrece, y en ese rubro, el efecto de las sustancias alcanza a toda una sociedad, ¿no
lo cree? Sólo piense que el móvil, el celular que tiene en sus manos es el producto de una
pandilla de empresarios y programadores californianos que usaron drogas durante el tiempo en
que desarrollaron las primeras interfaces visuales, que el sistema de pantallas que innovó
Steve Jobs proviene de este entorno: California y su flujo de sustancias. La próxima vez que
algún fascistoide con piel de oveja busque esgrimir su “superioridad” intelectual atacando a las
drogas como una falla, como una mancha en un currículum, ríase, evidentemente el pelmazo
en turno, si fuera por él, jamás habría salido de las cavernas.
De París a San Francisco, de Río de Janeiro a Londrés, la juventud y adultos de otras
generaciones integraron en un continuo de pensamiento todas las mejores posibilidades que
otorga el intelecto. Así, todo lo que aparentaba ser una figura de autoridad o restringiese las
libertades individuales y de la comunidad era tema de burla y escarnio.
En Europa, autores como Guido Crépax, Moebius (quién aprendió a tronárselas en México),
Phillipe Druillet, Toppi, Pazienzia, Mattoti, y bajo las mismas premisas ya comentadas, deciden
darle un vuelco en forma y fondo a las bande dessinées y los fumetti. La experimentación en
términos formales se caracteriza por un juego con la manera de hacer los paneles, distribución
de página, la tipografía y todos los aspectos del diseño, literal, se rompe con todo lo cuadrado.
La historieta de ese momentum, crea y recrea todo aquello accesible de ser narrado no
importando que tan difícil, extraordinario o disparatado pueda ser. En esa misma época,
Jodorowsky publica en México gracias a Luis Spota, de 1967 a 1973, en El Heraldo, sus
Fábulas Pánicas, un dechado de psicología, psicodelia, humor y filosofías.
Volviendo al tema, el término ̈underground comix ̈, en los USA no existió propiamente al
inicio del movimiento, el #0 de la revista Zap Cómix es considerada como la publicación que
inició todo pero no fue la única. Siendo una propuesta de corte barato, de inicio salieron con
planchas en blanco y negro con dos tintas para las portadas. Es a partir de aquí y por el efecto
que tuvo en el público, que, en adelante, la narrativa visual gráfica maduró y expandió su nivel
de divertimento a otras esferas, si el horror y el terror y la literatura negra de historieta de la
generación anterior habían sido borradas de un día para otro, los chicos que llegaron en la
siguiente, simplemente reafirmaron el carácter del lenguaje en sí mismo, realizando
maravillosos y lisérgicos disparates de crítica social, mordaz humor, desenfrenado hedonismo,
duro y a la cabeza.
La Zap Cómix apareció por primera vez en febrero de 1968, editada y distribuida en el norte de
California, en San Francisco. Inmediatamente muchísimos títulos más aparecieron apuntando
en la misma dirección. El estilo Crumb terminó siendo acaparado por el merchandising de la
época, a tal grado, que el autor llega a la náusea, y mejor decide aniquilar a uno de sus
personajes icónicos, el gato drogadicto y parrandero Fritz. Todo esto llega a la cúspide a inicios
de la década de los 70s. En Europa nace la Metal Hurlant (1971) gracias al grupo de autores
denominado Humanoides Associés.
Bueno, qué tan poderosa es toda esta ola, que todos los prófugos de DC (incluído Stan Lee)
deciden abordar en los lanzamientos de Marvel, todo lo que científicos, lotófagos, filósofos,
idealistas y poetas sueñan: viajes al espacio, integración entre humanos y mutantes, desprecio
por el fascismo, psicodelia, poderes mentales, una gama amplia de lo que el pensamiento
humano busca dentro de sí, como ejemplo, Black Panther, a quién Stan Lee defendió a capa y
espada para que fuese publicado (en contra de la oposición de algunos de los inversionistas de
la editorial), pues el mundo necesitaba diversidad, todo lo opuesto a la gris, mediocre, apocada
e inútil perspectiva de los asimilados esclavos de siempre. Luego de la visita del “hombre” a la
luna, todo comenzó a ir demasiado rápido, transcribimos las palabras de un auténtico “espíritu
americano”, quien estuvo ahí y nos lo comparte a través del periodismo Gonzo:
“Había locura en cada dirección, a cada hora. Si no era a través de la bahía, entonces era
Hunter S. Thompson. Fear and Loathing in Las Vegas.
en el Golden Gate, o allá abajo, en la 101, de los Altos a La Honda… podías ver chispas
en todos lados. Había un sentido fantástico y universal de que cualquier cosa que
estuviésemos haciendo era correcta, que estábamos ganando… y de ahí lo sosteníamos,
esa sensación de inevitable victoria sobre las fuerzas Viejas y Malvadas. No en un
sentido militar, no necesitábamos eso. Nuestra energía simplemente prevalecería. No
había necesidad de eso. Nuestra energía prevalecería. No había que pelear ni en nuestro
lado ni el de ellos. Teníamos todo el momentum; montábamos la cresta de una bella y
enorme ola… Así, menos de cinco años después, aún puedes ir a cierta colina en Las
Vegas, mirar al Oeste, y con la mirada indicada mirar la marca de agua, ahí donde la ola
rompió y se echó para atrás”.
La guerra en Vietnam llegaba a su final, la caída de Richard Nixon por el caso Watergate
aligeró el peso en la sociedad norteamericana, la saturación del mercado de este tipo de
historietas underground, la aparición de nuevos demonios para las sociedades “libres”, así, con
los años, la rebeldía y la revolución fueron desapareciendo, este tipo de narrativa gráfica
encuentra su tumba dado el encarecimiento en el coste del papel, esto dio la puntilla final a un
movimiento que no por efímero no tuvo un gran impacto. Este modelo de producción de
historieta siempre se las vio negras en condados conservadores en los que el mismo Robert
Crumb tuvo que encarar a la justicia por historias del tipo en que el padre y la hija mantenían
relaciones sexuales mientras la madre y el hijo realizaban lo mismo en otra parte de la casa.
Así de bizarro y corrosivo fue ese momento.
De ahí que, y para evitar la efervescente rebeldía, la Suprema Corte de los Estados Unidos de
Norteamérica promovió y facultó a todos los juzgados locales del país entero a aplicar sus
propios criterios en cuanto a los contenidos que se promovían o exponían en sus condados.
Las pequeñas tiendas no podían enfrentar esos largos y costosos procesos que concluían
regularmente con una orden de un juez a acatar el orden o a ser aniquilados comercialmente,
así que dejaron de distribuirlos, fin de la historia. Algo similar se dio en Inglaterra de 1973 a
1974, e igual, así como llegó, se fue. Los miedos tomaron el control: la familia Manson le
otorgó al status quo el alarmismo que necesitaba, el concierto de Altamont dejó un muerto y
lacerados emocionales, los lectores de toda la escena se hicieron yuppies en los 70s-80s, la
capacidad de “iluminarse” por un dólar se vio rebasada por narcóticos de “vida y estilo” como la
cocaína o de vida miserable como los solventes y la heroína. Y de todos modos, los haters de
ayer, hoy y siempre, se frustran al lidiar con el alcance de todo esto, la esencia de ese tiempo
es lo único valioso que existe aún hoy en pleno siglo XXI.
Sólo pensemos que en este inicio del año 2022, una obra ha sido censurada en un condado de
Tennessee, prohibida pues en sus páginas hay un desnudo. Curioso, Maus de Spiegelman
trata sobre la supervivencia de una familia de ratones judíos a manos de los gatos nazis que
les exterminan y los cerdos católicos quienes se hacen de la vista gorda, y eso que en el año
2011 el pedante Comics Code Authority fue desechado totalmente y borrado para siempre del
negocio de la historieta estadounidense.
Aunque la vida del movimiento fue muy breve si se le compara con el resto de la producción
historietística de los últimos 60 años, el golpe fue dado justo donde más falta hacía: que la
historieta fuese parte activa del movimiento por un cambio de mentalidad que si bien se puede
criticar por su narcisismo e inocencia, en esencia sólo era parte de un fenómeno de cambios
estructurales más profundos en la sociedad gringa y por ende, en la sociedad global.
Al margen del cómic de superhéroes la historieta norteamericana encontró vasos comunicantes
con historietas que se hacían en otros lugares y para otros públicos, descubrió que una nueva
generación de lectores estaba dispuesta a dar los pasos necesarios para buscar una mejor
sociedad, un cómic maduro, alejado de la convenciones de las comic strips, el humor político y
las idiotas historietas de los super zoquetes de toda la vida.
No es osado decir que la libertad de expresión en el país defensor de la Democracia estuvo a
punto de desaparecer de facto en un medio que aunque entendido sólo para niños probó ser
peligroso para los adultos, y que nos legó en su subversión las claves para sostener desde el
lenguaje de la historieta las críticas y los enunciados que otorgan luces entre tanta mala leche,
odio, ignorancia y miedo.
Serán los punks y los introvertidos, los freaks, los raros quienes le darán otro impulso a este
lenguajes pero tendrán que esperar poco menos de una década (1982-1986) para poder llevar
a las historietas y los cómics a otro nivel de comprensión, eso en USA, afortunadamente, en
Europa, en Argentina, la creación de cómics que buscaron en la imaginación, la fantasía, la sci
fi y las historias de punks y gamberros, de sexo y fetichismo, de posturas políticas y disidencias
culturales, que la historieta mundial persiste en una sola cosa: intentar, al menos en el papel,
imaginar las vidas en otros tiempos, en otros lugares, lejos de la estupidez, la cobardía y la
apatía social, creer, por inocente que suene, que desde las historietas será posible gestar al
menos en el pensamiento, cotidianos renacimientos que limiten y acoten al “Sistema” (los
escritores de The Matrix se sientan en todo esto, eran parte de los equipos creativos de las
editoriales comerciales más renombradas), no importa que los cobros sean con dinero y
bancos del tan odiado “mundo real”, la crítica es honesta.
Hoy en día y desde los 80s, Robert Crumb dejó de ver en los cerdos policías a los enemigos de
antaño, decidió que las drogas fueron una mala elección pues nadie estaba preparado para
seguir esa senda, pero jamás bajó la guardia para fustigar desde la escena del avant garde y el
Arte todo aquello que debe ser envilecido y distorsionado desde un simple dibujo: que los
imbéciles y los cobardes sepan que tienen un nombre, que a la población lectora se le debe
hacer brincar en cada dibujo por feo que este sea, que en cada palabra el sistema de estrellas
y coerción desde el consumismo deben ser caricaturizados y exhibidos en cada momento y en
cada lugar. Desafiar las leyes de la tradición es asunto de inteligencias bravas y astutas, y eso,
ESO, no cualquiera, por más drogado que estés.
Un comentario on Las drogas y los Cómix: la narrativa gráfica al servicio de la libertad de pensamiento.
Exxelente, lograste que visualice los contextos. Valiosa información. Muchas gracias